Elizabeth Heyrick, la mujer que impulsó el primer boicot comercial y ayudó a los británicos a acabar con la esclavitud
El pasado mes de mayo, Harvard University Press publicó Island on Fire. The Revolt That Ended Slavery in the British Empire, de Tom Zoellner, profesor de Historia en Chapman University. Gracias al libro doy con la curiosa biografía de Elizabeth Heyrick (1789-1831), la activista que, gracias a la primera campaña conocida de boicot comercial, ayudó a la abolición de la esclavitud en Gran Bretaña.
La publicación coincidió prácticamente con la muerte a manos de la policía de Minneapolis de George Floyd. A raíz de ello, las manifestaciones reavivaron el Black Lives Matter, el movimiento internacional originado en 2013 como respuesta al asesinato de un adolescente afroamericano.
Algunas compañías están comenzando a enfrentar la presión de los consumidores por no apoyar lo suficiente. Por ejemplo, los activistas han pedido un boicot a Starbucks por una nota de régimen interior que prohíbe a sus empleados usar cualquier tipo de prenda o distintivo que se refiera al movimiento. La organización está instando en Twitter (#boycott4blacklives) a boicotear a otras compañías que no apoyan sus iniciativas.
Quizás reconforte a los simpatizantes del Black Lives Matter saber que el primer boicot comercial organizado casi 50 años antes de que la leonina administración del capitán Charles Cunningham Boycott hiciera que The Times acuñara el término, fue finalmente todo un éxito, aunque no en la forma que esperaba la mujer que lo promovió.
Elizabeth Heyrick, de soltera Elizabeth Coltman, nació y vivió en Leicester. Se casó con un metodista, John Heyrick, que murió ocho años después. Heyrick se unió al movimiento abolicionista desde una posición muy acomodada. Pero después de la muerte de su marido prometió renunciar a «todos los lujos impíos», se afilió a la Society of Friends, la conocida comunidad religiosa de los cuáqueros, y se dedicó al reformismo social.
Además de convertirse en visitante de las prisiones para intentar mejorar las lamentables condiciones de vida de los convictos, escribió folletos políticos sobre varios temas de contenido social, desde las Leyes de los Cereales hasta el maltrato legal a los vagabundos. Sin embargo, su principal interés se centró en la abolición de la esclavitud en las colonias británicas.
Aunque Inglaterra había prohibido la trata de esclavos en sus dominios del Atlántico en 1807, todavía permitía que por motivos económicos los habitantes británicos en sus colonias poseyeran esclavos. En la década de 1820, Elizabeth Heyrick estaba profundamente enojada por la permanencia de la esclavitud que se ejercía en las Indias Occidentales, especialmente en islas como Barbados y Jamaica, en las cuales las grandes plantaciones de caña producían prácticamente todo el azúcar consumido en Europa occidental.
Heyrick, con ayuda de otras mujeres cuáqueras, comenzó a hacer campaña para boicotear el azúcar en Leicester. Si la gente debía consumir el «polvo dulce», decía, al menos debería asegurarse de que se cultivara en las colonias de Gran Bretaña en las Indias Orientales, Bengala y Malasia, donde los trabajadores eran pobres pero libres. Encabezadas por Heyrick, las mujeres visitaron todas las tiendas de comestibles de la ciudad para instar a los comerciantes a no adquirir productos procedentes de plantaciones trabajadas por esclavos.
Su planteamiento era claro: ¿Para qué solicitar al Parlamento medidas antiesclavistas si los consumidores podían adoptar medidas más rápidas por sí mismos? Quería que la esclavitud terminara para siempre y cuanto antes. Criticó a los principales personajes antiesclavistas por ser lentos, cautelosos y condescendientes con los intereses de los propietarios de esclavos.
En 1824, publicó su panfleto Immediate not Gradual Abolition, un alegato contra la política oficial de abolición gradual, lo que hizo que William Wilberforce, el líder abolicionista en el Parlamento inglés, diera instrucciones para que sus diputados afines no hablaran en las sociedades de mujeres, la mayoría de las cuales apoyaban a Heyrick.
La oposición del abolicionismo institucional no impidió que el panfleto fuese distribuido y debatido en reuniones por toda Inglaterra. En 1830, la Sociedad Femenina de Birmingham presentó una moción a la Conferencia Nacional de la Sociedad Antiesclavitud exigiendo que hiciera campaña por el fin inmediato de la esclavitud en las colonias británicas. Entre otras cosas, la moción, que recogía algunos extractos del panfleto de 1824, decía:
«[…] La perpetuación de la esclavitud en nuestras colonias de las Indias Occidentales no es una cuestión abstracta que deba resolverse entre el Gobierno y los plantadores; es una cuestión en la que todos estamos implicados, todos somos culpables de apoyar y perpetuar la esclavitud. El plantador de las Indias Occidentales y la gente de este país tienen la misma relación moral que mantienen entre sí el ladrón y el receptor de bienes robados.
[…] Los abolicionistas han mostrado gran cortesía y amabilidad hacia esos caballeros […] ¿Por qué pedirle al Parlamento que haga por nosotros lo que […] podemos hacer más rápida y eficazmente nosotros mismos?»
Elizabeth sugirió que las sociedades de mujeres debían retirar sus donaciones a la Sociedad Antiesclavitud si no apoyaba esta resolución. Como la Sociedad Femenina de Birmingham era uno de los mayores donantes de fondos, su postura influyó en toda la red de asociaciones de mujeres, que aportaban más de una quinta parte de todas las donaciones.
En la conferencia de mayo de 1830, la Sociedad Antiesclavitud acordó eliminar las palabras «abolición gradual» de sus postulados y apoyar el plan de la Sociedad Femenina para llevar a cabo una nueva campaña exigiendo el fin inmediato de la esclavitud. La confianza de Heyrick en el cambio impulsado por los ciudadanos a través del activismo del consumidor era impopular entre sus contemporáneos, que preferían las negociaciones gubernamentales para lograr sus fines. Heyrick se desanimó con la aparente falta de progreso de su boicot y murió en 1831 sin ver cumplido su objetivo de «inminente emancipación». Los periódicos británicos apenas dieron cuenta de su fallecimiento, pero sus esfuerzos tendrían resultados sorprendentes poco después de su muerte
Heyrick no sabía que mientras que ella presionaba con su boicot, un diácono bautista esclavizado en Jamaica, Samuel Sharpe, leía todo lo que caía en sus manos sobre el movimiento contra la esclavitud, lo que incluía los panfletos escritos por la cuáquera de Leicester.
Animado por la noticia de que muchas personas en la lejana capital del Imperio simpatizaban con él y sus desgraciados compañeros de esclavitud, comenzó a formular su propia visión revolucionaria y predicó unos planes de rebelión que culminaron en la Guerra Bautista, que comenzó el 27 de diciembre de 1831.
El levantamiento duró menos de dos semanas y resultó en la destrucción de docenas de edificios, plantaciones e ingenios, y la muerte de al menos 500 esclavos, tanto durante la lucha como consecuencia de las represalias. Se tuvo que cavar una fosa gigante en las afueras de Montego Bay, Jamaica, para enterrar todos los cuerpos. Sharpe fue ahorcado unos meses después.
Pero la demostración de la competencia militar demostrada por los esclavos rebeldes al derrotar a la milicia de la isla en al menos una batalla, causó una gran impresión y ayudó a que el Parlamento británico aprobara la Ley de Abolición de la Esclavitud de 1833, que acabó con la esclavitud en las Indias Occidentales. La libertad total no se logró hasta 1838.
Los titulares de los periódicos y los panfletos escritos en la metrópoli desempeñaron así una doble función al cruzar el Atlántico. La noticia del boicot al azúcar ayudó a la gente esclavizada a rebelarse, y la noticia de que su vida desgraciada los había llevado a la lucha armada ayudó a que el Parlamento británico promulgara por la abolición inmediata, el sueño que Elizabeth Heyrick mantuvo hasta su muerte.
Manuel Peinado lorca
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