El abrazo (El camalote en el río Guadiana a su paso por Badajoz)

El río

Un abrazo verde cubre mis aguas, insistente, tenaz en sus afectos. Se adorna a sí mismo con flores de tonos violeta que recuerdan a la primavera de esta tierra, Extremadura. No tuve tiempo para advertir que este amante feroz, que cubre mis aguas con su mortífero poder, llegaba. No sé siquiera cómo pudo ocurrir, ni cuándo, ni en qué tramo de mi difícil geografía se apoderó del aire que respiran los peces que siempre me han poblado. Ahora luzco un manto esmeralda que engañosamente alegra mi paso pero que deviene muerte en mis orillas.

Una extraña actividad acompaña también a mi nuevo compañero. En mi seno se ha declarado una lucha sin cuartel entre el ser humano y el gigante inaprensible -verde- rastro que me ahoga en su abrazo. Barcazas extrañas, nunca vistas, navegan pesarosas arrastrando toneladas de mi nuevo amante, el jacinto de agua o camalote, un ser casi de leyenda venido de otras tierras, de un río aún más poderoso que yo, el Amazonas, y establecido aquí por el descuido de alguien que no supo ver que lanzaba sobre mí una amenaza.

Mi primer nombre significaba “río de los patos”. Los romanos me llamaron así, Flumen Anas, cuando se establecieron en mis orillas hacia el 76 A.D., creando bellas y prósperas ciudades como Metellinum y Emerita Augusta. Quizá fueron ellos los primeros en fijarse en estas aves acuáticas de plumaje tornasolado que acudían a visitarme estableciéndose también, como estos pobladores de Hispania, cerca de mi cauce. Los árabes también se fijaron en este rasgo, aunque para ellos, los aftasíes, me convertí en el “valle de los patos”, Guadiana,[1] quizá por mi cauce seco en ocasiones. Hoy veo que mis aguas tiemblan con el peso de este gigante verde que para algunos se ha convertido en una lucrativa manera de hacer dinero a costa de tolerar la muerte que trae consigo. Como acostumbra, el ser humano encuentra retorcidas maneras de sacar beneficio de un ser que trae consigo la destrucción. Arrancarlo de mis aguas ha devenido una magnífica fuente de ingresos para algunos y el origen de un doble discurso por parte de los que lo combaten y lo toleran a la vez. ¿Dónde está la verdad? ¿Quién la conoce?

 

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Apéndice:

El Eichhornia crassipes especie de la familia Pontederiaceae, conocido popularmente como camalote o jacinto de agua, tiene un gran poder depurador: limpia el agua de la presencia de metales pesados, pero lo hace a costa de llevarse consigo la posibilidad de vida que antes existía. Según Téllez et al (2016) se ha venido usando en jardinería y como depurador desde el siglo XIX en EE.UU. y se ha expandido sin control en países tropicales y ecuatoriales. El camalote apareció en el tramo extremeño del Guadiana en 2004 y desde entonces ha afianzado su presencia en sus aguas amenazando con llegar al embalse de Alqueva, en Portugal, y entrar en las explotaciones de regadío de las Vegas del Guadiana lo cual sería un desastre para la agricultura local. Según afirman Téllez y sus colaboradores, sería posible poner coto a esta planta de la que en 2015 se llegaron a retirar setenta mil toneladas que junto con las cuatrocientas veinte mil arrancadas desde el comienzo de esta amenaza han supuesto ya un gasto total de 26 millones de euros. Pero hace falta un esfuerzo combinado y una voluntad clara de que se persigue este fin. Cabe preguntarse qué futuro le espera al Guadiana. Algunos ya han empezado a especular con las acciones de retirada de esta especie invasora, creando una “economía del camalote” (Téllez 2016), frente a la cual el interés por conservar la ecología del río parece carecer de sentido.

Diana Villanueva Romero

Trabajos citados

Téllez, Trinidad Ruiz, et al. «Pasado, presente y futuro de una invasión biológica: Eichhornia crassipes (Mart.) Solms (camalote) en el río Guadiana.» Conservación Vegetal 20 (2016). 8-9. Online.

 

[1] Este nombre procede de la combinación del nombre latino con el prefijo Uadi del árabe clásico الوادي al-wādi,1​ dialectal el-uad ‘el valle‘, pl. āwdiya.