El medio ambiente como lugar común donde todo sucede, supone un espacio vital cuya alteración biológica alcanza a todos los ámbitos de la vida, tanto a una escala local como global.

Dichas alteraciones con sus respectivas proyecciones en la sociedad, necesitan ser explicadas mediante una narrativa global que no sólo trate los hechos aislados sino que, mediante un discurso integrador de ciencia y humanidades, sea capaz de contextualizar y generar emociones, ante lo que se va describiendo. Las humanidades ambientales, en este sentido, son ese puente de conexión narrativo entre las ciencias y las humanidades, capaz de esclarecer la actual problemática ambiental, caracterizada por el cambio climático.

En un mundo en el que todo está irremediablemente interconectado, no sólo las grandes acciones llevadas a cabo desde organismos internacionales, tienen un valioso alcance en la búsqueda de soluciones o adaptación al cambio climático. El individuo, como ser autónomo y dotado de una gran fuerza creativa, está más que capacitado para pasar a la acción e impulsar, desde sus acciones individuales o en pequeños grupos, una evolución en la conciencia ambiental.

¿Y cómo se puede llevar a la práctica?

Lo primero es sentirse conmovido por el punto de emergencia ambiental planetaria en el que nos encontramos y querer tomar parte en un cambio de modelo social más sostenible. En este punto, las posibles acciones son múltiples: desde reciclar en casa, hasta participar en jornadas de limpieza de montes o en cualquier otra acción que pueda repercutir favorablemente en una toma de conciencia real para la adaptación climática.

Todo esto en términos generales.

Pero si enmarcamos la acción individual dentro de las humanidades ambientales, hay dos herramientas que se hacen imprescindibles: la creatividad y el contexto en el que ubicamos nuestro trabajo.

Poniendo en valor la capacidad creadora de cualquier individuo, una persona puede hacer uso de multitud de medios -ya sea desde la informática o la robótica, hasta la pintura o la danza, por ejemplo- e integrarlos en el discurso de las humanidades ambientales. Para ello, su narrativa, sea la que sea, deberá estar contextualizada y el medio natural siempre aparecerá como telón de fondo. De esta manera, no sólo aprenderemos de esa realidad que se nos está mostrando, sino que también la conectaremos con su entorno y con la situación o problemática que se pretende hacer visible.

Las humanidades ambientales por tanto, son una herramienta multidisciplinar que busca ofrecer una nueva mirada sobre la vida tal y como es: integradora, incluyente y absoluta. Aquí, todos y cada uno de los habitantes del planeta, somos necesarios e imprescindibles a la hora de tomar partido y aportar posibles soluciones en el empeño de integrar una mayor conciencia ambiental tanto en nuestras sociedades como dentro de nosotros mismos.

A lo largo de este blog, iremos viendo algunos ejemplos sobre cómo las humanidades ambientales se están llevando a la práctica, con un enfoque multidisciplinar.

Nota. La escultura: “Me responsabilizo de mis acciones”, pertenece a la obra de Paz Die Dean.

Carmen Díaz Beyá

1 Comment

  • Marina Posted 13 septiembre, 2018 9:05 am

    Estoy deseando que nos expliques acciones para integrarlas en mi día a día y contribuir al cuidado de nuestro hogar

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